Jardín

Miguel Rodríguez Casellas

Hay jardines instantáneos, que a fuerza de hormonas sintéticas, especies trasplantadas y mantenimiento costoso e insostenible, prosperan dramáticamente, aunque al tiempo, cuando la operación pierde recursos -o quiebra-, se deshacen con la misma velocidad con la que nacieron. A veces todavía más rápido.

Así vi desaparecer al jardín de la Villa Panamericana, tan pronto los atletas se largaron para sus casas en el 1979 y el caserío se instaló cruelmente, con poblaciones condenadas al mismo abandono de las especies que antes marcaron triunfalmente la entrada.

El mejor jardinero no dicta ni gobierna, -acaso coreografía-, sino es que se une al elenco de naturalezas como otro miembro más del cuerpo de baile.

Mis jardines favoritos no imponen la artificial línea sobre la orgánica hoja, más bien sonean sincopadamente, dejando que el accidente brille y sorprenda.

Una blanda lógica de conjunto permite las excepciones. Nada es duro. Nada es definitivo. Todo ha sido negociado para garantizar un gozo expandido y comunal.

Puerto Rico nunca ha podido sistematizar...

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