Antropófagos

Cezanne Cardona Morales

Un padre y su hijo caminan solos por un Estados Unidos devastado, buscando qué comer. Nadie sabe qué sucedió realmente: sólo hay explosiones, cenizas, chatarra y días gélidos. Los árboles ya no son árboles, los animales ya no son animales, y Dios ya no es Dios. Pero el verdadero peligro no es morir de hambre, sino caer víctimas de los antropófagos.

Sucios y famélicos, padre e hijo encuentran una casa desolada. Entran por una ventana y lo primero que encuentran es una pila de zapatos. No hay nadie en la casa, pero saben que allí se aloja alguien. Abren la puerta de un sótano y encuentran, apresados y desnudos, a varios hombres encadenados que claman ayuda. Asustados y con mucho pesar, cierran la puerta cuando ven que una ganga, armada con escopetas y machetes, está a punto de entrar a la casa.

Padre e hijo huyen despavoridos y se esconden entre las hojas secas. Esperan a que caiga la noche y emprenden la huida, ambos de la mano. Millas después, en medio de una fogata, el niño le dice al padre, mirándolo directo al rostro: "Nosotros no comemos carne humana, ¿verdad?" El padre le contesta: "Pase lo que pase, no...

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