Sentencia de Tribunal Supremo de Justicia de 24 de Mayo de 1933 - 49 D.P.R. 622

EmisorTribunal Supremo
DPR49 D.P.R. 622
Fecha de Resolución24 de Mayo de 1933

49 D.P.R. 622 (1936) PUEBLO V. RIVERA

TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

El Pueblo de Puerto Rico, demandante y apelado,

v.

Marcelino Rivera, acusado y apelante.

No.: 5737

Sometido: Diciembre 4, 1935

Resuelto: Febrero 21, 1936.

Resolución de A. R. de Jesús, J. (San Juan), denegatoria de nuevo juicio y Sentencia del mismo Juez condenando al acusado por delito de Homicidio Voluntario. Confirmadas.

Arturo Aponte, Faustino R. Aponte y R. García Cintrón, abogados del apelante; R. A. Gómez, Fiscal, abogado de El Pueblo, apelado.

El Juez Presidente Señor Del Toro, emitió la opinión del tribunal.

Marcelino Rivera fué acusado ante la Corte de Distrito de San Juan por su fiscal como autor de un delito de asesinato cometido en la persona de Domingo Bonano en Río Grande, P. R., el día 24 de mayo de 1933.

Alegó su inocencia y solicitó juicio por jurado. El juicio se celebró en noviembre 24, 1933, rindiendo el jurado un veredicto de culpable de homicidio. Presentó una moción de nuevo juicio que fué declarada sin lugar, dictando la corte su sentencia condenándolo a tres años de presidio.

Apeló para ante este tribunal y en su alegato sostiene que la corte sentenciadora erró al no anular el veredicto y al no conceder el nuevo juicio, errando además al negarse a admitir en evidencia una certificación creditiva de haber sido condenado el interfecto a tres años de presidio por el delito de ataque para cometer violación.

Hemos estudiado la evidencia aportada por ambas partes. La del Pueblo tiende a demostrar que Marcelino Rivera, el acusado, mayordomo de la colonia Blasina, había ajustado con Domingo Bonano, el interfecto, el desyerbo de una pieza de cañas; que en la mañana del 24 de mayo de 1933 estuvo el acusado en la pieza y el interfecto le pidió un adelanto, contestando el acusado que no había dinero; que el interfecto dijo a los que con él trabajaban "si no hay adelanto, nos vamos, vámonos muchachos"; que el acusado manifestó "no se vayan, que después nos arreglamos", expresando el interfecto "si nos arreglamos, deme un anticipo para ir a buscar almuerzo a esta gente a la tienda", respondiendo el acusado "vénganse que yo se lo doy por allá abajo" y siguió en su caballo y tras él el interfecto.

Nada más presenciaron los obreros del desyerbo llamados a declarar por El Pueblo. Poco después, Nicolasa Millán y Eusebia Aquino, que estaban lavando ropa en una quebrada, declaran que sintieron un tiro y casi en seguida pasó el acusado a caballo y dijo "vayan para allá que le he pegado un tiro a uno, a ver si está vivo o muerto." Las mujeres fueron y ambas dicen que encontraron vivo a Bonano, que "al momento de haber llegado, murió."

¿Cómo ocurrió el encuentro? La evidencia aportada por el Pueblo consistió en la declaración de María Rodríguez.

Testificó que desde su casita vió al acusado montado en su caballo y lo oyó dando órdenes a unos peones que tenía trabajando "y entonces llegó Domingo Bonano donde estaba don Marcelino Rivera y le dijo: '¿Usted me llama? ... don Marcelino escribía así ... Bonano hablaba con un paquetito que llevaba así en la mano derecha ... hablaba y le hacía así al acusado con la mano izquierda y después se apeó don Marcelino y entonces siguió hablando Domingo y él. Yo le vi a él parado así y Domingo le hablaba, pero en una que hizo así, él hizo como que alteró la voz, hizo así, y ahí le pegó el tiro."

Comienza la prueba del acusado por la declaración de Juan Morales.

Manifestó que María Rodríguez le había dicho que ella oyó un tiro pero que nada había visto.

Siguió Eduvigis Marrero. Expresó que trabajaba al lado en que lo hacía Bonano. El acusado llegó, inspeccionó el trabajo de Bonano y encontrando algunas yerbas, le ordenó que lo repasara, a lo que se negó, contestándole don Marcelino que no lo pondría en lista, y se marchó.

Bonano pidió a su hijo una lima y suspendió a los peones, y después de manifestarle al testigo "yo me voy para allá y me doy dos matracazos y dondequiera que me encuentre con él vamos a tener un disgusto", se fué.

Carlos Luis Marrero declaró que oyó gritando a Bonano: "Don Marcelo, párese ahí." Don Marcelo se paró y al llegar Bonano lo agarró por la camisa y se la estrujó.

Se tiró del caballo por el lado contrario y Bonano...

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