Sentencia de Tribunal Supremo de Justicia - 54 D.P.R. 268

EmisorTribunal Supremo
DPR54 D.P.R. 268

54 D.P.R. 268 (1939) PUEBLO V. GONZÁLEZ MARTÍNEZ

TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

El Pueblo de Puerto Rico, demandante y apelado,

v.

José González Martínez, acusado y apelante.

Núm.: 7362

Sometido: Enero 27, 1939

Resuelto: Febrero 10, 1939.

Sentencia de R. Agrait Aldea, J. (Arecibo), condenando al acusado por delito de Asesinato en Segundo Grado. Confirmada.

E.

Martínez Avilés, abogado del apelante; R. A. Gómez, Fiscal, y Luis Janer, Fiscal Auxiliar, abogados de El Pueblo, apelado.

El Juez Asociado Señor Hutchison emitió la opinión del tribunal.

El primer señalamiento levanta una cuestión jurisdiccional. La contención es que la prueba dejó de demostrar que el delito fué cometido en el barrio Domingo Ruiz de Arecibo, según se alega en la acusación.

Lino Quiñones, víctima de un atentado criminal, fué llevado en estado moribundo inmediatamente después de ser agredido al hospital municipal de Arecibo, donde fué identificado por un policía y asistido por el cirujano del hospital.

Felícita López, esposa de Quiñones, vivía en Bajadero, Arecibo. Quiñones fué llamado mientras dormía a media noche y atacado al salir por la puerta de la casa en que él y su esposa, Felícita, vivían. Bajadero era un poblado de Arecibo.

Juan González vivía en Bajadero, a unas cuantas yardas de distancia del sitio donde se cometió el delito. Un policía llegó como a los cinco minutos del atentado. El delito se cometió en un sitio llamado Buenavista, como a ocho o diez yardas del poblado. La casa de Juan González se hallaba como a yardas de la del acusado José González, la que estaba bastante cerca de la casa de Quiñones.

Antonio Natal vivía en Bajadero cerca de la casa de Lino Quiñones y mientras se hallaba acostado oyó a Carmelo Irizarry, un coacusado, llamar a Quiñones.

Rita Natal, otra testigo, también vivía en Bajadero, tan cerca del sitio del suceso que podía ver desde la puerta de su casa lo ocurrido.

Emigdio Sánchez, maestro de escuela, conoció a José González y a Lino Quiñones en el barrio Bajadero, donde vivía el testigo. Este testigo, mientras se hallaba acostado, oyó gritos de mujeres, se puso los pantalones y el gabán, corrió hacia el sitio donde se cometió el delito y llegó allí el policía Padilla como cinco minutos después de haber oído los gritos. Algunos minutos más tarde halló el vehículo en que llevaron a Quiñones al pueblo.

El policía Padilla prestaba servicios en...

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