Yo tenía una luz

La mayoría de las conversaciones, a más de un mes del paso devastador del huracán María, continúan girando en torno a lo que el temporal nos dejó, o nos quitó, como es el caso de la energía eléctrica. Que no hay luz en inmensa mayoría del país; que a unos les llega solo unas horas o unos días y se vuelve a ir; que la corporación pública que históricamente ha vendido ese servicio bajo un modelo de monopolio no tiene ni los chavos, ni los recursos humanos ni los materiales para levantar el sistema; que hay un contrato de $300 millones que está bajo cuestionamientos aquí, en Estados Unidos y a nivel internacional. Pero, en medio de toda esa conversación, quedan los adultos mayores, sin energía eléctrica para mantener alimentos y medicamentos refrigerados, encender un abanico o aire en momentos en que la temperatura ahoga y, especialmente, con una oscuridad que atenta contra su...

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