Abrazados a la patria borinqueña

POR SARA DEL VALLE HERNÁNDEZ

sdelvalle@elnuevodia.com

Estas son las historias de cuatro deportistas que sin importar las circunstancias que los trajeron hasta nuestras playas, hicieron de Puerto Rico su patria y la han representado con orgullo.

Ninguno se ha arrepentido de su decisión, y reconocieron que en alguna ocasión han tenido que enfrentarse a los cuestionamientos de por qué decidieron abrazar la monoestrellada.

El medallista olímpico Jaime Espinal tenía unos cinco años cuando su mamá, Alejandrina Fajardo Hernández, se lo trajo a él y a su hermano Stanley desde República Dominicana. La mujer había llegado dos años antes para trabajar como enfermera.

Espinal sostuvo que de esos primeros años no recuerda mucho, solo que lo bajaron de grado (de primero a kinder) y que en un momento se sintió puertorriqueño. De hecho, reconoció que llegó a hacer uno que otro chiste sobre dominicanos.

Todo eso cambió a los 15 años, cuando se mudó con su mamá a Nueva York. Allí sintió lo que era el racismo y la xenofobia en toda su crudeza. "No es que aquí no lo hubiera, pero no se nota tanto. Pero allá fue una cosa brutal, el racismo era bien fuerte. Allá se dividían por país, los boricuas, los dominicanos... Allá eres de donde naciste, así que yo era dominicano", dijo. "Es más yo no me había dado cuenta que era negro hasta que llegué allí", añadió riendo.

El medallista de plata en las Olimpiadas de Londres 2012 duró un año en Nueva York. A su regreso, volvió a sentirse extranjero. "Es raro, llegué como inmigrante otra vez. Y esto es algo que no se acaba, porque cuando eres inmigrante, para los boricuas eres dominicano y para los dominicanos eres boricua", razonó.

No empece estas digresiones, Espinal no dudó nunca que quería representar a Puerto Rico deportivamente. "Mi identidad deportiva está 100% clara. Aquí fue donde me crié y aprendí a luchar y mis amistades del deporte son de aquí. Hubiera sido raro competir en contra de mi entrenador (Pedro Rojas) y de mis amigos".

Al igual que Espinal, el exvallista Domingo Cordero llegó desde República Dominicana a Puerto Rico siendo un niño de siete años. En su caso, su mamá, Carmen Rodríguez Clase, vino para trabajar como ama de llaves de una familia dominicana.

"Yo soy oriundo de Luperón, Puerto Plata. Llegué aquí con mi mamá cuando tenía siete años. Estaba en cuarto grado. Ella ( su mamá) comenzó como ama de llaves y después siguió trabajando todo el tiempo. Terminó siendo propietaria del restaurante El...

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