Abuelitas de todo un pueblo

Por Rosangely Piñeiro

rosangely.pineiro@elnuevodia.com

Sus mentes se perciben lúcidas y joviales, tienen una elegancia innata que brota de cada una y el incansable deseo y esmero por contar sus anécdotas, de recordar y revivir el ayer mientras viven un presente que jamás pensaron ver llegar. Belén, Aida y Celia Elicier son tres almas llenas de alegría, sabiduría, talento y amor. No solo admiradas por sus familiares, que las consienten y veneran, sino que el pueblo en el que han vivido desde pequeñas también ha decidido este año dedicarles sus fiestas más tradicionales, las fiestas religiosas y culturales en honor a San Patricio, santo patrón de Loíza.

"Este año escogimos dedicar las fiestas a las hermanas Elicier porque las tres tienen 100 años de edad o más, y eso no se da en todos los pueblos", admite Luz Santiago, quien lidera la coordinación de las fiestas que este año celebran su trigésima tercera edición. Siempre se escoge dedicarlas a personas que, de una u otra forma, se han distinguido en el pueblo y en la Parroquia del Espíritu Santo y San Patricio. "Son personas religiosas que no han tenido problemas con nadie en el pueblo, que reconocemos su servicio y que han sido muy colaboradoras con la iglesia", añade Santiago, recalcando el detalle de que estas han aportado a la historia del pueblo.

A sus 103 años, Belén Elicier Matos, la mayor de las tres hermanas, recuerda que, en su niñez, fue un comerciante de nombre José López quien comenzó esta tradición. "Él le temía a la guerra y mandó una promesa al santo, y se le concedió. Compró una imagen y hacían novenas en su casa, y el último día las llevaban a la iglesia. Sacaban una rogativa alrededor del pueblo acompañada de música instrumental -que en aquel tiempo se le conocía como música de vientos- y hacían la procesión en la plaza", contó. No fue hasta el 1979 cuando se incorporaron las fiestas oficialmente en el pueblo.

"Antes participábamos de las fiestas e íbamos a la iglesia. Nos sentimos muy felices y muy contentas que nos la estén dedicando, y le damos gracias al Señor", dice Aida, de 101 años, con una sonrisa contagiosa y pícara, no sin antes deleitarnos al recitar poesía. Aunque dijo quizás no poder recordarse muy bien de las estrofas, lo hizo de manera muy fluida y con mucha precisión, accionando con su voz y con su cuerpo como en alguna ocasión lo hizo para ganar el segundo premio de poesía a nivel Isla.

Aida es también sobreviviente de cáncer de seno, batalla que venció...

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