Se acabó la habladuría

Por José A. Sánchez Fournier

jose.sanchez@elnuevodia.com

El púgil argentino acababa de marcar 159 libras en el pesaje oficial de ayer. Era el último preámbulo para su esperado combate con el mexicano Julio César Chávez, hijo.

Maravilla Martínez lucía agitado, incluso furioso tras marcar una libra por debajo del límite máximo del peso medio, donde Julio es titular del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Por su parte, Chávez, hijo, se veía más calmado. Su rostro también mostraba los estragos de sufrir para cumplir con la romana. El hijo de la homónima leyenda pugilística mexicana tenía la piel erizada, un poco amarillenta y se veía deshidratado. Pero marcó 158 libras -una menos que su rival- y tendrá más de 24 horas para recuperar los líquidos y nutrientes perdidos. Usualmente, Chávez, hijo, sube casi 20 libras del pesaje oficial a la noche de la pelea.

Tras ambos pesarse vino el último frente a frente de Julio y Sergio, antes de que se entren a golpes esta noche ante 19,186 fanáticos en un Thomas y Mack Center vendido a capacidad.

Los peleadores se enfrentaron, sus rostros separados por apenas pulgadas. Ambas miradas enviaban malas intenciones.

Entonces, el argentino comenzó a hablarle al mexicano. Julio escuchó por un momento, y luego ripostó verbalmente. Martínez alzó ambos brazos en señal de triunfo.

"Le dije que le iba a ganar", respondió Chávez, hijo, poco después, a preguntas sobre qué se decían en el frente a frente. "Él me dijo que me iba a arrancar la cabeza".

Los ánimos se caldearon durante la pose y los púgiles tuvieron que ser separados...

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