Acción, artes marciales y violencia extrema

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

A pesar de poder generar estas reacciones extremas, lo que logra que el filme trascienda sus convenciones de género y su violencia gráfica es el concepto central que Evans ha creado en su guión y que luego explota con su acertada dirección.

De la forma más económica posible, el filme comienza con un escuadrón de policías de camino a realizar una redada a un edificio, controlado por uno de los jefes del bajo mundo criminal más poderoso de la ciudad. A pesar de haber sido territorio de nadie por muchos años, las instrucciones son entrar al lugar y arrestar al criminal. Está de más decir que las cosas no suceden según se habían planificado y los policías quedan atrapados en un lugar sin escape, donde los habitantes han recibido varios incentivos para que ninguno salga con vida.

La mejor cualidad de este filme es cómo la proeza visual de la dirección es igualada por las hazañas de los héroes en pantalla, resultando en una experiencia fílmica visceral. A diferencia de alguien como Michael Bay, que convierte todo lo que hace en este género en una licuadora explosiva, este director sabe dónde poner...

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