LOS ACENTOS PERDIDOS

POR MAIA SHERWOOD DROZ

columnalengua@gmail.com

Esa última pregunta levanta pasiones. No son pocos los que me informan que lo sienten mucho, pero que continuarán poniendo los acentos, y que "se chave la Real Academia".

Tengo la impresión de que conocer las normas ortográficas nos ofrece una sensación de control ante la complejidad del idioma. Saber dónde van los acentos, poder explicar los signos de puntuación y no confundir en la escritura las letras que suenan igual (v/b; c/z/s; g/j; h/no h) nos tranquiliza: existe orden sobre el caos.

En ese mundo donde dominamos el idioma, los acentos diacríticos -como los de "solo" y "este" -, generaban un singular placer. Poder adjudicar esa tilde dependía de nuestra habilidad de distinguir el adjetivo ("se sentía solo") del adverbio ("sólo quiero agua"), o el adjetivo ("me gusta este color") del pronombre ("quiero éste"). Admito que era un momento mágico, cuando todos nos convertíamos en lingüistas: considerábamos elementos semánticos y sintácticos -cosas del idioma, no del mundo- para tomar la decisión.

Pero ese acento gráfico fue eliminado, y algunas personas están pasando por las etapas del luto (negación, ira...

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