Adiós a un inmortal del fútbol

Por Alberto C. Medina Gil

alberto.medina@elnuevodia.com

Lorenti, nacido en Uruguay, murió el jueves a los 72 años en esta, su patria adoptiva. "Vino de vacaciones una semana y se quedó más de 40 años", expresó a El Nuevo Día su hijo, Norberto Lorenti, sobre el amor por la Isla que se apoderó de su padre y, en parte, lo motivó a laborar incansablemente por el desarrollo del balompié en su nueva patria.

Sus esfuerzos en pro del fútbol comenzaron casi tan pronto llegó en 1968 a la Isla, donde se casó con la puertoriqueña Nelly Pérez y tuvo a Anna y Sandra, además de Norberto. Lorenti empezó a habilitar canchas y organizar ligas.

Eventualmente, fue una figura crucial en el desarrollo de una liga local que contaba con dos divisiones. También fue vicepresidente de la Federación Puertorriqueña de Fútbol, además de colaborar por más de 25 años con este y otros diarios del país.

Tampoco puede olvidarse que fue Lorenti quien trajo al New York Cosmos de Pelé a Puerto Rico en 1976 y dirigió al onceno boricua que se enfrentó y le anotó un gol a esa escuadra estelar.

Pero la obra definitoria de Lorenti no fue su trabajo con los profesionales y los grandes del deporte, sino con los más pequeños. En los 70, Lorenti fundó un programa de fútbol en los residenciales públicos que creó más de 100 canchas, proveyó decenas de entrenadores y consiguió auspicios millonarios -en ese momento impensables- para que decenas de miles de niños aprendieran y practicaran el deporte.

"Mi papá fue más padre para los niños de este país que para nosotros (sus hijos)", reconoció Norberto, sin celos ni rencor...

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