Adiós a son de plena

Por Damaris Hernández

dhernandez1@elnuevodia.com

Tal y como fueron los rumbones que el músico formó junto a sus amigos, los maestros Rafael Cortijo e Ismael "Maelo" Rivera en ambas comunidades santurcinas, así fue el sepelio del compositor: una fiesta musical en celebración a su vida. La música nunca faltó y las lágrimas se transformaban en alegría durante los actos fúnebres.

"¡Que viva Sammy! Nos dejas tu mejor regalo: tu sonrisa", gritó un admirador del músico que integró la legendaria agrupación Cortijo y su Combo, en medio del entierro que se efectuó en la tarde de ayer.

Precisamente, esa imborrable sonrisa del compositor que falleció el miércoles víctima del cáncer, fue la característica que la mayoría de los asistentes destacaron durante los diferentes actos fúnebres a lo largo del día.

El coche fúnebre partió de la Funeraria La Cruz a las 11:00 a.m. con rumbo a la calle Comercio en Trastalleres.

Allí, los hijos del músico, Carlos Luis (percusionista), Laura y Nayda recibieron el vehículo, que se ubicó frente al establecimiento el Galeón de Santa Ana, antiguo Bar Pepito's.

Una vez se abrió la puerta del coche, un aplauso resonó en la calle y su hija Lourdes besó el vehículo que transportaba el ataúd cubierto por una bandera estadounidense.

Para los deudos, amigos y seguidores de Ayala, el día comenzó al ritmo de un "belén ancestral" en la mencionada comunidad, que se despidió ayer de uno de sus hijos predilectos, que aunque no nació allí vivió en esas calles santurcinas.

"El barrio Trastalleres te dice gracias... belén, belén, este es el último belén", cantaba Norma Salazar acompañada de Los Hijos Agüeybaná dirigido por Otoquí Reyes, frente al auto que transportaba el cuerpo de Ayala.

"Lo recuerdo por su caballerosidad, su eterna sonrisa. Siempre estaba aquí. En Trastalleres se enamoró y aquí se formó. Fue un hijo adoptivo", sostuvo Olga Villa, presidenta comunitaria de Trastalleres.

El compositor de temas como Para ella, Como son las cosas y Dios los cría y ellos se juntan conoció al amor de su vida, su esposa Esther Rondón Alicea, en Trastalleres. Allí, también conoció al cantante Andy Montañez, a quien recomendó hace casi 40 años para que integrará un grupo que entonces formaba el pianista Rafael Ithier: El Gran Combo de Puerto Rico.

Alrededor de 100 personas se conglomeraron frente al Galeón de Santa Ana y comenzaron a entonar plenas y bombas improvisadas que también exaltaban a otros santurcinos: a Cortijo, Maelo y Pellín...

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