Aferrados a su querido barrio

TRUJILLO ALTO.- Antes de tomar un vuelo el domingo en la noche para viajar a Puerto Rico junto a su hermano y padre, el jinete José Ortiz ganó tres carreras en el hipódromo Gulfstream Park de Florida.

Para Ortiz, ganar esas carreras fue algo tan rutinario como peinarse, mostrando por qué fue merecedor del Premio Eclipse al Jinete del Año hace unas semanas.

Sin embargo, todos esos logros en la pista pasaron ayer a un segundo plano.

Junto a su hermano Irad Jr. y su padre del mismo nombre, ambos jóvenes parecieron olvidar los éxitos que les han llevado a ser una de las parejas de jockeys más calientes del hipismo estadounidense y volvieron a ser los muchachos que salieron del barrio La Gloria en Trujillo Alto, abrazando sus raíces y sus orígenes al visitar a amigos y familiares.

“Se ve triste el campito, por todos los postes y los árboles caídos. Uno no quiere que el barrio de uno esté así”, manifestó Irad Jr. sobre los aún evidentes destrozos del huracán María María en septiembre, a lo que su hermano comentó “pero se siente muy bien estar aquí”.

Con triunfos en eventos como el Breeders’ Cup, el Belmont Stakes y el Eclipse que ganó José en enero, además del flujo de millones en premios que han generado con sus exitosas montas, ambos han escalado hasta la elite del hipismo estadounidense, uno de los circuitos más importantes del mundo.

Sin embargo, desde que desayunaron ayer en una panadería temprano en la mañana, volvieron a ser los muchachos del barrio.

Irad, José y su padre viajaron a la isla para ser reconocidos por la administración municipal de Trujillo Alto y de su alcalde, José Luis Cruz. Pero como la ceremonia fue en la tarde, aprovecharon la mañana para ponerse al día con su gente.

“Quisiéramos poder estar aquí todos los días, pero no podemos. Qué más quisiera yo que estar aquí con los amigos y la familia en el barrio en que uno creció. Nosotros somos de aquí, del barrio La Gloria”, sostuvo con orgullo José, observando desde afuera el parque de béisbol donde él y su hermano jugaron desde los tres años y medio. En la cancha contigua jugaron baloncesto.

“El deporte comenzó desde pequeño y fue mi papá. Empezó en la caza con un guante y una bola. ‘Si vas a hacerlo tienes que hacerlo bien’, nos decía. Él era el que nos ponía a practicar, a fildear roletas… a coger vista para batear chapitas de malta. Nosotros representamos la escuela en ping pong, baloncesto, ajedrez, softball, voleibol… en todo”, recordó Irad.

el hipismo en la sangre

Sin...

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