Afilador de cariños y recuerdos

Por Lilliam Irizarry

Especial para El Nuevo Día

"La gente ahora bota cosas buenas para comprar otras de mala calidad. Yo no, yo restauro todo lo que puedo", expresa el hombre de 80 años que lleva prácticamente toda su vida afilando herramientas cortantes.

Comenzó a los 7 años amolando a mano con una lima los instrumentos de labrar de su papá en su natal Barranquitas.

Blanco tuvo un negocio de amolar en plena avenida Ponce de León en Río Piedras durante 24 años. Allí vivió momentos de gloria, a razón de 300 piezas afiladas a la semana, pero la construcción del Tren Urbano arrasó con su sostén. Luego se estableció en un callejón de la ciudad universitaria, aunque la ubicación no le ayudó.

Ahora trabaja en un ranchón ubicado frente a su casa en el sector Los Romero del barrio Caimito de Río Piedras, hasta donde "llega alguna gente", la mayoría con "herramientas viejas a las que le tienen cariño porque son un regalo o porque le traen recuerdos".

Blanco, uno de tantos trabajadores desplazados por la cultura "desechable" de usar y botar, confiesa que le provoca un poco de tristeza que la gente ya no quiera aprender el oficio con el que logró sacar adelante a sus cinco hijos.

"Esto es un arte como otro cualquiera. Hay muchos que tratan y no pueden. Yo veo una herramienta y, por el peso y esas cosas, yo sé lo que da", sostiene mientras pasa sus dedos por el filo boto de un machete viejo.

El también tallador de madera solo pudo estudiar hasta octavo grado. Eran tiempos difíciles y sus seis hermanos menores habían sido repartidos en diferentes casas cuando sus padres se separaron.

Él abandonó la escuela y se buscó un trabajo en la agricultura para poder alquilar una casita donde volver a reunirlos a todos junto a su mamá.

Luego, a los 17 años, agarró sus bártulos y se mudó solo a San Juan. Y tan pronto consiguió empleo en la Ferretería Sobrinos de Villamil en Río Piedras, mandó a buscar al familión. Fue precisamente en esa ferretería, donde trabajó por 22 años, que usó por primera vez una máquina...

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