En el agua la vida es más sabrosa

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuevodia.com

Es una clase de acuaeróbicos que se ofrece todos los jueves en la mañana y a la que llegan varias decenas de adultos mayores que se olvidan de su edad, sus dolamas y problemas. Lo bueno es, y lo saben, que están ganando bienestar y mejorando su calidad de vida.

Eso le ocurre a Ada Westerband, de 61 años. La estilista cuenta que a su hijo que es militar lo movilizaron fuera del país y, con él, se fueron sus nietas. "Se llevaron a mi hijo y a mis nietas... viene el nido vacío y uno se deprime. Esto fue una bendición", dice Westerband justo después de haber posado para el lente de El Nuevo Día.

En términos de su salud física, indica, ha mejorado significativamente el dolor de espalda que tenía y que atribuye al esfuerzo que hace al pasar el blower frecuentemente a sus clientas.

A su lado, radiante, está Aida Luz Rodríguez. Tiene 81 años y ha participado varias veces de la competencia 10K del Tedoro Moscoso, es caminante en Plaza Las Américas y acostumbraba a hacer acuaeróbicos en la playa El Escambrón. Pero desde hace dos años acude a las clases en el Natatorio de San Juan. "Esto es una maravilla. A mí me encanta la playa. Siento unos dolores, pero esto me ayuda", sostiene sonriente la jubilada de cosmetología y sobreviviente de cáncer.

De vuelta a la piscina, ambas se unen al grupo que levanta las manos al ritmo de la música y al son del joven instructor. Empujan el agua, caminan o hacen 'jumping jacks', se mueven de lado a lado. No paran durante una hora, en la cual ejercitan su sistema cardiovascular, sus músculos, sus mentes.

Algunos son...

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