¡¡¡Alaska!!!

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Dónde sino en Plaza Las Américas iba a ocurrir tal encuentro pasajero, en el batey de la patria como repiten los cínicos.

Llevaba una maleta de la mano, llevaba de la otra a su esposa. Quien parpadeaba a la hora de asentir a cuanto él decía. Él soltó la noticia luego de soltar la maleta: "Nos vamos".

Dado el trato escaso que sosteníamos creí necesario preguntar: "¿Quiénes?" Contestó: "Nosotros". Es decir la esposa, la maleta y él. La cortesía me sugirió preguntar a dónde. Entonces, él respondió con una orondez que tenía un notable deje de rencor: "A Alaska".

Cuando asisto al teatro reparto la atención y la mirada entre los actores que hablan y que escuchan. Saber escuchar revela competencia interpretativa, acaso tanta como saber decir. Algo parecido ocurrió cuando vi la mirada de la pareja recorrerme. A la vez que escuchaba mi silencio, la pareja aguardaba por la reacción al anuncio de su mudanza a Alaska.

No es que fuéramos amigos de culo y camisa, como se sobrenombra a las amistades cuya juntilla, a todas horas, rayana en el exceso. Nuestra amistad la propiciaban, estrictamente, los encuentros fortuitos en el batey de la patria o en alguna actividad cultural. Recuerdo el beneplácito a que nos indujo el estreno de "La garita del diablo", la cantata del gran compositor Ernesto Cordero, de aquí por cierto. Dado que se trataba de una amistad restringida a las puras circunstancias formulé una pregunta circunstancial: "¿Por qué se van tan lejos?"

Intuí que la pregunta mortificó a mi antiguo estudiante, pues la despachó con un tono desmesurado, inasociable con la mesura de que hacía gala en los setenta: "Mientras más lejos de esto, mejor". Mis ojos y oídos se pusieron en guardia. Los ojos percibieron la morisqueta de repugnancia que arropó la cara del estudiante cuando emitió tan campanudo pronunciamiento. Las orejas detectaron la manera cómo usó de látigo el adjetivo demostrativo "esto". Igual de seco que de desconfiado, le inquirí si cuando hablaba de "esto", hablaba de Puerto Rico. Dijo sí a los cuatro vientos.

Es curioso que, de repente, parezca encaminado a fracturarse algo que ni forma tuvo. Es curioso que, en el entrecruce de Plaza Las Américas, donde nieva los diciembres, se produjera un "bache". Así llama la jerga teatral el silencio causado por la entrada tardía de un actor o su olvido de las líneas. Es curioso que el "bache" verbal se precipitaran a recubrirlo una diatriba del antiguo alumno y el...

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