El alma de Puerto Rico

VÍCTOR RIVERA HERNÁNDEZ

EXSECRETARIO DE TRABAJO

De cuna humilde, Ruth se convirtió en nuestra más grande intérprete musical, siendo negra y mujer en tiempos difíciles y de marcado racismo y discrimen por razón de sexo y de color. Su abuela Adela, le inculcó aquel orgullo por su raíz, por su origen y por su Ponce amado, expresándole que "ni el color de la piel, ni los bienes materiales, ni la belleza del rostro tienen nada que ver con el talento".

Así lo entendió, lo predicó y lo practicó Ruth quien creía, como Hostos, que los hombres y las mujeres no tienen color en el espíritu y que hay una chispa igual en todos que de todos los hace capaces. No ha sido coincidencia que la muerte de Ruth, ocurriese el día en que celebramos el natalicio de Eugenio María de Hostos.

Ruth Fernández, mujer fina, visionaria y exquisita, ascendió, llegó y se mantuvo en la cima de su brillante y prolífica carrera artística y pública, siendo siempre una mujer decente, honrada y honorable.

Nada foráneo o ajeno a su arte, talento y ofrenda, formó parte de su historia musical y de su servicio al país. Fue una mujer de una sola pieza, de capa cabal y de una integridad a toda prueba. Ruth fue un ejemplo vivo del orgullo y de las virtudes de la negritud, una mujer de avanzada y de múltiples e incomparables talentos, puestos todos al servicio del arte y de Puerto Rico.

Ruth perteneció a una generación privilegiada de artistas ya fallecidos, quienes le legaron la identidad musical al Puerto Rico contemporáneo.

Fue la líder natural de aquella generación virtuosa compuesta por Mirta Silva, Carmen Delia Dipiní, Bobby Capó, Daniel Santos, Tito Henríquez y Gilberto Monroig, entre otros. No existe una artista que haya interpretado a...

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