Amanecida

Norma Borges

Cuentan que fue en Filadelfia que a los detallistas, en un acto de desprendimiento post-pavo, se les ocurrió rebajar el precio de sus productos. "Oh Lord! Have mercy". Una idea brillante que debe haber sido, es y será, desde el 1966, el día más esperado del año. ¡Por supuesto que los es! Y ahora más que los bolsillos lloran.

Nunca me había amanecido para fines tan estrafalarios. Y conmigo, estudiantes, "techies", "wii-tómanos", santaclauses "wannabe", reinas por un día tras una arrocera nueva, en fin, primerizos y reincidentes de gangas pasadas. Sin güiros ni maracas, a capella, cantamos las mañanitas de la medianoche hasta que salió el sol.

"¡Qué qué! ¿Estás loca?". Bueno, quién no está "ungido" por estos días, pensé. Ni tanto. La experiencia me pareció ridícula pero a fin de cuentas, divertida. Diría que hasta provechosa. Es que me fui con la Cayoya, que es una compradora organizada y lectora aguda de cuanto "shopper" circula. Picando las 11 de la noche limpió las migajas de la mesa, desplegó su "tesina" y se enfrascó en la más profunda investigación periodística. Organizó cupones, detalló los horarios de apertura, calculó distancias y trazó la ruta. "Mira, aquí van a dar café". ¡Por Dios!

Y así...

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