Amigas

CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ

ESCRITORA

Nuestros hijos verán el final de nuestras vidas. Por ellos conectamos con el futuro que se forja. Lo intuimos, sin entenderlo, a través de sus experiencias, sus deslumbrantes habilidades, de sensibilidades que nos son ajenas. Los hijos nos abren puertas a mundos nuevos.

Pero los amigos viven la vida y la sienten con nosotros. Responden a entornos similares, a estímulos parecidos; comparten perspectivas, comprenden el estilo del momento.

Tras la muerte sorpresiva de Maru Silva, ¿con quién podré revivir una niñez de vecindario tranquilo en el centro mismo de una ciudad que crecía? El Condado de entonces, donde vivíamos a dos casas de por medio, era un barrio familiar de calles poco transitadas, jardines y balcones, cuyo corazón era una placita acogedora, sombreada por árboles. A ella nos llevaban -mañana y tarde- las niñeras, cuando no estábamos la una en la casa de la otra, jugando con niños con los que hace tiempo perdí el contacto.

Los juegos mismos -"Doña Ana", "Matarile", "Naranja dulce", "Pase misín", "La cojita"- han desaparecido. Con cantos dialogados, estructuras binarias y protagonismos sucesivos, los alternábamos con el escondite, el chico, "pescao", candela. Todos eran colectivos; nadie se aislaba con una máquina.

La vida se regía por horarios cómodos: las madres, en las casas (menos la mía, abogada); los padres trabajaban en San Juan y regresaban para almorzar en familia. Ya en el colegio, también nosotras regresábamos al mediodía. La guagua que nos traía, nos recogía luego para una segunda sesión escolar durante la tarde.

Al colegio -el Sagrado Corazón- fuimos por primera vez Maru y yo cogidas de la mano. Nos amedrentó la presencia en la portería de una monja viejecita y encorvada, que resultó ser amable. Crecimos juntas; juntas fuimos a los cines de la Ponce de León a ver películas de Esther Williams, Betty Grable, Doris Day, Susan Hayward, nuestras heroínas. Pasábamos horas recortando sus fotos de las revistas de cine. Las admirábamos, las intercambiábamos y las pegábamos en álbumes.

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