La amistad necesaria

JORGE NOGALES MARÍN

PSICÓLGO CLÍNICO

No soy su amigo, pero quisiera serlo. Ha demostrado de qué madera se hace la verdadera amistad. "Si dicen que del joyero/ tome la joya mejor/ tomo a un amigo sincero/ y pongo a un lado el amor" (José Martí).

La reacción pública a la actuación del secretario, me ha parecido histérica, purista, desgarrarse las vestiduras ante la blasfemia de lo que aparenta ser un intento de ejercer influencias para proteger a su amigo Jaime Sifre. Como fundamento de la condena se argumenta que "la mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino también parecerlo". La apariencia se ha entronizado como la virtud suprema de la política, convertida así en juego de apariencias. Más importante que la realidad o verdad de las cosas, es cómo luce, cómo se deja ver. Con buena publicidad, el Gobierno gana respaldo. La mala apariencia es inaceptable. Baja los índices de aprobación. La realidad y la verdad pueden ser otras, pero no cuentan.

En la política nuestra de cada día, "la mujer del César puede ser deshonesta, mientras no lo parezca".

Vayamos al caso de Sánchez Betances. Su amigo, en apuros, lo llama. Decide acudir a su lado. Es su amigo del alma. Pide a los policías que hagan su trabajo. Lo acompaña al cuartel.

El caso luce sencillo: hablar por celular mientras guía y arrojar 0.21 de alcohol. Son datos objetivos. ¿Lo arrestaron? ¿Lo ficharon? ¿Hubo señalamiento de vista?

¿Qué tal si Sánchez Betances sólo acompañó a su amigo, asegurándose de no afectar ni interferir? ¿Qué tal si, en efecto, el caso se procesó como el de cualquier hijo de vecino? ¿Su acompañamiento es delito o imprudencia? ¿Y si...

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