Por amor a la niñez

Milagros Lugo Nazario es una apasionada de la educación y, a sus 80 años, continúa dirigiendo una biblioteca, colaborando como maestra suplente y a cargo de los procesos para solicitar fondos federales en el colegio en el que labora hace 24 años.

De hablar dulce y pausado, Milagros revela su energía y actitud de trabajo mientras cuenta todas las tareas que realiza en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en Río Piedras, a las que se suman sus actividades extracurriculares de formación y de aportación social. El club de lectura Voces Amigas, un capítulo de la organización AARP del cual es vocal, la feria de libros que organiza anualmente, el grupo de retirados de la Asociación de Maestros y las Hijas Católicas de América son solo algunas de las entidades que llenan su agenda de actividad.

“Hay que darle sentido a la vida y hacerlo de corazón y por amor a los demás, sobre todo a los niños y jóvenes, que tanta falta les hace. Uno no se siente sola, te sientes acompañada. Además de las amigas, las amistades y la familia, tienes otros seres que te demuestran tanto cariño que te motivan a continuar en tu labor y en tu servicio, del que no se recibe dinero pero sí satisfacción y el deseo de permanecer en algo activo. Que uno sienta que está dando lo más que puede”.

Con esa declaración Milagros resumió lo que la motiva a seguir adelante.

De hecho, su trayectoria personal y profesional habla de su inquietud intelectual y de su carácter de luchadora y emprendedora de proyectos.

Vocación que guía

El ejemplo de lo que es la vocación por la educación se lo dio una de sus tres hermanas -tuvo además cuatro hermanos- que era maestra en el barrio Tibes y quien tenía que hospedarse con una familia durante la semana por lo difícil que se le hacía llegar hasta allí en aquel tiempo. Milagros se graduó de la Ponce High en 1955 y en la Pontificia Universidad Católica estudió un bachillerato en Artes con especialidad en Ciencias Políticas y algunos cursos de educación.

Comenzó a dar clases en Guayanilla, luego en Juana Díaz y Caguas, periodo en el que se casó y tuvo dos hijas.

Posteriormente, llegó a la escuela Juan José Osuna, en San Juan, donde laboró durante 25 años y se retiró en el 1992. Pero durante ese periodo su inquietud por aprender y por aportar más allá del aula la impulsó, además, a participar de proyectos del Departamento de Educación como fueron los talleres que se ofrecían a maestros de la ruralía. Para ese proyecto tenía que ir todos los sábados a...

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