Anarquía

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

Poco importa si los guardias penales que los acompañaban ayudaron o no ayudaron a rescatarlos una vez que se produjo el siniestro. Lo cierto es que se metieron por un lugar por donde no debían meterse, y esa acción desencadenó la tragedia. Al día siguiente, el secretario de Corrección anunciaba que iban a establecer un sistema de antenas o localizadores para poder rastrear en todo momento los vehículos que transportan reos.

Ese sistema de nada hubiera servido en el caso de la guagua hundida en Arecibo. Si hay una carretera bajo el agua y al conductor se le mete en la cabeza atravesar el charco, aunque lo desaconsejen los vecinos, el Servicio de Meteorología o el sentido común, pasará y se ahogarán los que tengan que ahogarse. Cada día que pasa rozamos un poquito más la anarquía, y el más anárquico de todos es el propio Estado.

La dimensión de una muerte en esas circunstancias no puede medirse en términos de los delitos cometidos por los confinados. En todos los casos, fue espantoso. Sin embargo, en el del ebanista que estaba en la cárcel por un incumplimento de contrato, o lo que técnicamente se tradujo en "apropiación ilegal", es inaudito. A un hombre que creo que no tenía antecedentes penales, pero que realizó un trabajo que no satisfizo al cliente (y que, según parece, cobró por adelantado), le impusieron una fianza que doblaba el importe de la cantidad en disputa, que eran $ 1,200.

¿Era justo que viajara esposado, con grilletes en las piernas, como si se tratara de un asesino en serie? Sé que existe en el Código Civil una ley que permite a los perjudicados en casos de trabajos de construcción fallidos, dejados a medias o que conlleven algún tipo de estafa, acusar criminalmente a la parte contratada. Pero tiene que haber una discreción del juez, un intento de alcanzar un acuerdo, de imponer fianzas que guarden proporción con la magnitud del delito y la capacidad del imputado.

En un país donde un sujeto es sorprendido en un carro con armas ilegales y, amparándose en un tecnicismo, a las dos horas está en la calle; un país donde ha ocurrido tantas veces que cualquier borracho o negligente atropella y mata a unos peatones, y ese mismo día duerme en su cama; un país donde más de un agresor se las ingenia para evadir a la justicia y volver a la caza de su víctima, y donde tantos ladrones de alto copete, que han defraudado a miles de personas, se pasean impunemente por las fiestas de...

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