Sobre los animales
LUIS RAFAEL SÁNCHEZ
ESCRITOR
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"El hombre es el único animal que ataca a su pareja" escribe Nicolás Maquiavelo. Los consejos de éste al príncipe Lorenzo de Médicis formulan un influyente tratado sobre el poder y su ejercicio. Y, como se trata del poder y su ejercicio, aconseja las mañas y los ardides a efectuarse, a la hora de engatusar o disuadir a los subalternos. Y, desde luego, identifica los senderos rectos y los atrechos inesperados a la disposición del poderoso, o de quien pretende serlo.
Lástima que la repercusión universal de dicho tratado mudara a un plano secundario la creación restante del escritor florentino. Que incluye la historia, la biografía y una original comedia, "La mandrágora", representada en Puerto Rico bajo los auspicios, siempre promisorios, de la compañía Teatro del Sesenta.
Lástima, también, que su nombre haya dado pie a vocablos, cuyos significados remiten a la intención torcida y a la astucia con visos de trampa: maquiavélico, maquiavelismo. Aun así, una gran sabiduría y un franco entendimiento de la conducta humana, respiran tras la afirmación: "El hombre es el único animal que ataca a su pareja".
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La sabia y franca afirmación maquiavélica se constata, día a día, en los ataques de los hombres a sus parejas, ésos que son noticia regular en la prensa nuestra. También, en los ataques de las mujeres a sus parejas, incluidos los recientes con mordiscos salvajes a la boca y a los testículos, esas cavidad y glándula vulnerables al mínimo dolor que, a lo largo de los siglos, se aprovechan como zonas del máximo placer.
Mordiscos aparte, son innumerables los asesinatos y mutilaciones de esposas, de chillas de ocasión, de amantes a la antigua usanza. Dada la brutalidad incurrida, el nombre con que se bautiza el aparejamiento nada debe importar: un crimen espantoso es un crimen espantoso.
Nuestro Tribunal Supremo discrepa. Si un hombre mutila a la esposa hay caso. Si un hombre mutila a la chilla de ocasión o a la amante a la antigua usanza, no hay caso. ¿Reverencia suprema a la Biblia o al Corán?
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"El hombre es el único animal que ataca a su pareja". La afirmación la constata, día a día, la promiscuidad, nada secreta, de las jaurías. Unas jaurías compuestas por diversos pelajes sociales y diversas razas cánidas. Igual participan quienes son transporte callejero de pulga y garrapata y quienes burlan sofisticados controles de seguridad, con tal de dar rienda suelta al "apetito sexual exacerbado". Dichas tres palabras le...
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