Animus

Huáscar Robles Carrasquillo

Pensé que en el dialecto de mami, su Dios y mi sexualidad eran fuerzas opuestas que la halaban en direcciones contrarias, haciéndola en ocasiones sentirse que nos traicionaba ambos: a mí y a su fe. Claramente, la gente cambia. Es un gran espejo de lo que leímos en periódicos esta semana: todo un país auscultando respuestas al paradigma de los matrimonios del mismo sexo.

De las declaraciones de la Corte Suprema que avalaba la Proposición 8 de California y la ley federal DOMA, se desprende -como dijo la jueza Elena Kagan- que no importa qué parte del documento lean, las leyes estaban diseñadas para discriminar -tratar a los homosexuales y lesbianas como entes aparte en virtud de un "animus" prejuicioso.

El matrimonio gay no es -como insinuó el juez Samuel Alito- un experimento nuevo: un invento conyugal presto para complacer las arbitrariedades de los seres humanos. Es simplemente un paso para que todos seamos juzgados con una misma regla. Dijo desconocer los efectos del matrimonio gay. Me pregunto qué efecto...

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