Aprendiendo de los temblores

¡Juzgue!usted!Viví tres años en México y siempre tuve la suerte de que cuando había un temblor yo estaba en el carro guiando. En esas ocasiones, veía a la gente por las calles correr y me preguntaba qué estaba pasando para luego enterarme que había ocurrido un temblor.La suerte se fue disipando hasta la noche de aquel 24 de diciembre 2010. Estaba con unos amigos en mi casa y comenzó a temblar. El sismo fue fuerte y por primera vez escuche el rugir de la Tierra cuando tiembla.En mi libro ese era el más fuerte que yo había experimentado, hasta que llegó el 7 de enero 2019. Pero antes del temblor del 7 de enero, también sentí el del Día de Reyes.Dormía profundamente, pero al sentir el remezón me di cuenta de que estaba ocurriendo un temblor fuerte. Quedé petrificado en la cama. No sabía qué hacer.Cuando terminó de temblar, me levanté y comencé a ver en las redes sociales imágenes de los daños que sufrieron familias del sur en sus casas, automóviles y en otras preciadas pertenencias.Afortunadamente, hasta el momento solo se ha confirmado una muerte. Por suerte, el sismo ocurrió cuando no había personas en los vehículos estacionados bajo las casas que primero colapsaron en la barriada Esperanza de Guánica. Por suerte, el segundo gran temblor, durante la madrugada del 7 de enero, surgió cuando no había feligreses en la Parroquia La Inmaculada de Guayanilla, que en segundos quedó en ruinas. Por suerte, la escuela intermedia que se desplomó en Guánica estaba vacía.Así, por primera vez, apreciamos el impacto de vicios de construcción en algunas propiedades y el peligro que representan. También, por primera vez, vemos como los municipios y las autoridades estatales han permitido que estas obras se construyan. La culpa es de muchos, al igual que la responsabilidad.Como gobierno no...

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