Arma letal

Nanny Torres

REPRESENTANTE DEL LECTOR

La niña, que cumpliría seis años el pasado viernes, fue atropellada por un conductor que se cree conducía bajo los efectos del alcohol. Antes de impactarla había chocado con su guagua un auto detenido. Los vecinos le gritaron para que se detuviera. Él lo hizo, se bajó del vehículo, profirió palabras obscenas y continuó su camino, sin importarle a quién se llevaría de frente.

Este mismo individuo, en el 2010, fue intervenido por la Policía tras arrojar .23% en la prueba de alcohol -casi tres veces el nivel de alcohol permitido por ley-. No solo eso, también manejaba sin licencia. Y en un tribunal, a este individuo en un acuerdo, normal para muchos, inverosímil para otros, fiscalía y defensa negociaron una salida airosa. Multa de $ 300 y par de clases en la escuelita. No sin antes aceptar, me imagino que con el aguaje de los ojos llorosos y cabizbajo, que era culpable por guiar borracho.

En la escuelita, a ese individuo le deben haber enseñado que los niveles elevados de alcohol afectan la habilidad para conducir, disminuyen el campo visual, perturban el sentido del equilibrio y disminuyen la resistencia física. Además, que perturban la visión; provocan que se calcule mal la distancia y se disminuyan los reflejos.

Me imagino que le explicaron que cuando se consume alcohol se experimenta dificultad para percibir el color rojo, como el de los semáforos, y para acomodar la vista a la oscuridad y a los cambios de luz. También que provoca la apreciación...

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