Arriesgado

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Sin embargo, la elegancia, inteligencia e ingenio del tercer filme dirigido por Ben Affleck (Gone Baby Gone, The Town) es evidente desde la primera secuencia. Alternando entre "storyboards" (bocetos de los encuadres de un filme), visuales históricos y dramatizaciones, el filme explica de una forma coherente y concisa toda la narrativa histórica que llevó a la revolución iraní que dominó los titulares de 1979.

El que esta lección histórica se haya realizado con los mejores recursos cinematográficos de un filme comercial de Hollywood es solo una de las muchas cualidades superlativas de la producción. Esa brillante secuencia inicial es seguida por otra donde el director comienza a trabajar los niveles de tensión de este filme, que eventualmente escalan hasta la estratosfera.

Después de darnos un contexto histórico sólido, el filme muestra los eventos que llevaron a la invasión de la embajada de Estados Unidos en Teherán, evento que resultó en el secuestro de 52 estadounidenses.

Sin embargo, el enfoque del guión de Chris Terri es en los seis empleados de la embajada que lograron escapar y tomar asilo en la casa del consulado canadiense en Irán. Esa historia, desconocida hasta que la CIA optó por desclasificar sus detalles en 1997, está repleta de virajes que desafían las mentiras cinematográficas que hayan llegado a la pantalla; y eso incluye algo tan descabellado como James Bond sobreviviendo el brinco de un avión sin paracaídas.

El triunfo de Ben Affleck como cineasta es haber tomado una historia con todas las convenciones de un filme comercial de Hollywood y haberlo convertido en una obra de arte que funciona como una carta de amor a la industria del cine, a la misma vez que vibra con las complicaciones y el peso emocional de eventos que solo pudieron haber sucedido en la vida real.

En manos de cualquier otro director, la mezcla ecléctica de recursos dramáticos hubiera resultado en un filme con tendencias esquizofrénicas. Afortunadamente, el temple y el estilo simple de Affleck como director permite que la cinta haga brincos invisibles entre ser un thriller, una parodia y un drama histórico sin perder su balance e integridad artística.

Uno de los datos que impulsan todos esos brincos es que el viraje más descabellado de la trama no surge en uno de los estudios de cine en California, sino en una de las oficinas de la...

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