El arte es su INSIGNIA

Suiza

Por Igor Galo

El recientemente ampliado Museo de la Cultura, situado en la misma plaza de la catedral, ha sido muy comentando últimamente no solo por su contenido sino por la nueva construcción, polémica, de los arquitectos famosos Herzog y de Meuron que, por cierto, nacieron en esta ciudad.

Y es que, en su apuesta por el arte, la ciudad ha invitado en las últimas décadas a todos los grandes arquitectos internacionales a dejar en Basilea su arte, en forma de edificios. Renzo Piano, Alvaro Siza, Zaha Hadid, Frank Ghery o Mario Botta son solo algunos de los muchos arquitectos aquí representados. Existe un folleto gratuito con recorridos y explicación de la arquitectura contemporánea en Basilea, también disponibles en castellano http://www.basel.com/es

Mención especial merece la fundación Beyeler, que se ha convertido desde la inauguración en el 2000 de su nueva sede en una de las joyas museísticas de Europa y, por supuesto, de Basilea. Comenzando por su edificio, diseñado por el arquitecto Renzo Piano y que permite disfrutar de los cuadros con luz natural gracias a un sistema inteligente en su tejado.

Pocos museos ofrecen desde las salas expositivas vistas a un cuidado jardín gracias a sus paredes de cristal. Especialmente llamativo es la combinación de la sala del cuadro de Monet "The Water Lily Pond" estratégicamente colocada en una sala desde la que se contempla el jardín, en una combinación mágica.

El museo cuenta con una colección permanente de 230 obras, coleccionadas durante más de 50 años por los galeristas basilienses Ernst Beyeler y su mujer Hildy. Entre sus fondos se encuentran obras firmadas por Monet, Picasso, Kandisnky, Lichtenstein, Rothko, Paul Klee, Mondrian, Miró, Magritte y otros muchos.

Muchos de estos artistas tuvieron relación personal con el galerista Beyeler en vida, como el propio Picasso, con el que entabló una amistad al punto de regalarle al galerista más de 30 de sus obras tras años de tratos. Otro cuadro, "Improvisación 10" de Kandinski expuesto regularmente en la Fundación, está también repleto de curiosidades.

Cuando el coleccionista suizo estaba negociando con el empresario norteamericano Thomson para comprarle una pieza, aquel insistió en hacerse con el lienzo del ruso ofreciéndolo incluso su esposa en el trato, según se cuenta en la ciudad. Obviamente no fue más allá, pero Beyeler se trajo finalmente parte de la colección del norteamericano a Suiza, y sin ceder este Kandinski.

Además, cada cierto...

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