El arte de escribir bien

Por Carmen Dolores Hernández

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Si usted se creyó que al periódico se le fue la mano con los errores tipográficos, se acaba de delatar como un lector tecnológicamente atrasado. Cualquier joven que 'textee' (¿y quién que es joven no lo hace?) reconocerá enseguida la taquigrafía del medio. ¿Será entonces necesaria la ortografía dentro de un mundo textual regido por un "shorthand" cada vez más abreviado?

El hecho de que usted esté leyendo esta columna, sin embargo, prueba que la escritura es importante aun para muchos que queremos comunicarnos más allá de la palabra hablada.

Que la escritura es un código autónomo resulta evidente. Utiliza recursos diferentes a los del lenguaje oral para comunicar. Cuando hablamos, completamos el sentido de nuestras palabras con gestos, con inflexiones y hasta con silencios. Cuando escribimos, tenemos que recurrir a la colocación de las palabras, a la repetición, a la variación y a la puntuación para sustituir aquello. Y las palabras y formas usadas deben ser uniformemente reconocibles para entendernos siempre y en todas partes.

Esa uniformidad y esos recursos los propicia la ortografía. Y por eso la Real Academia Española de la Lengua, que desde 1713 vela por la unidad y buen uso del idioma (junto con las academias americanas y la de Filipinas), intenta constantemente adecuar la ortografía a las exigencias de los tiempos. "La función esencial de la ortografía" -se lee en la introducción de este volumen- "es garantizar y facilitar la comunicación escrita entre los usuarios de una lengua...

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