ARTE Y TERROR

por Ana Teresa Toro.ana.toro@elnuevodia.com

FOTO POR Spencer Platt / Getty Images / AFP

¿De qué sirve la cultura en el epicéntro del horror? La pregunta puede ofender. Es natural. Sin embargo, ante la catástrofe que se vivió hace exactamente una década en la ciudad de Nueva York y en el estado de Virginia, no plantear la pregunta podría ser lo verdaderamente ofensivo.

"Hay quienes han dicho que el siglo XXI comienza ahí, queriendo destacar un hito. Marca las coordenadas de un momento, a partir del cual, la gente se relaciona de maneras diferentes", argumenta Dorian Lugo, profesor de la Universidad de Puerto Rico y experto en estudios culturales.

"Eso lleva a que los artistas también se coloquen en otros lugares, repiensen el mundo y por extensión los espacios de la creatividad", abona Lugo para quien el 9-11 "aún es un tema demasiado próximo para pensar sobre él con suficiente agudeza".

Y lo es. Difícilmente, alguien no recuerde dónde estaba cuando acontecieron los atentados terroristas que causaron la muerte de cerca de 3,000 personas y otras 6,000 resultaron heridas. Tras el desconcierto, los cambios. Una agresiva seguridad, "que volvió el viaje una experiencia castigadora por todos los filtros vigilantes", comenta Lugo; una exacerbación de los estigmas sociales; una "Guerra contra el terrorismo", un sentido patriótico intenso y miedo en las calles, son algunas de las señales del saldo social de la tragedia.

"Era un día de verdad hermoso. Me estaba preparando para ir al trabajo, que era como a tres bloques de la zona cero, cuando veo en la televisión el segundo avión chocar. Fue un día largo, de ver noticias sin parar, pasamos como dos días sin dormir", cuenta la artista puertorriqueña Gisela Rosario quien vivía en la ciudad de Nueva York en ese momento.

"No salí a la calle por los primeros días y cuando lo hice fue una experiencia extrañísima. Había un olor muy fuerte, un silencio colectivo, la gente hablaba bajito. Era una energía bien extraña. Una vez estaba caminando y de repente pasaron dos aviones y todo el mundo se paralizó en la calle y miró hacia el cielo con nerviosismo", recuerda Rosario quien con el paso de los días comenzó a participar junto a colegas y amigos de distintos eventos de danza, de música, de teatro, en fin, de distitas ramas del arte que intentaban abordar el tema desde la creación.

"Hubo tantos proyectos que se paralizaron, la ciudad se convirtió en un espacio sin esperanza", dice. "Mucha gente se cuestionó el...

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