Atrapados en un feo entorno urbano

Por Gloria Ruiz Kuilan

gruiz@elnuevodia.com

Al ser abordada, Nilda Martínez, una guardia de seguridad en un colegio privado, confesó el esfuerzo -no físico sino económico- de pintar su residencia.

"Casi siempre lo hago cuando llega el 'income tax' (reintegro de Hacienda)", dijo con resignación.

"Ahora tengo un poquito de filtración en el techo, pero el agua de la lluvia reciente no me deja arreglarlo y tampoco tengo los chavos", agregó Martínez, quien dice que para lidiar con las exigencias de mantenimiento de su hogar a veces no le queda más remedio que esperar por el bono de Navidad o "sacar un poco" de dinero de quincena en quincena hasta reunir la cantidad necesaria para la mejora.

La mujer residente en la urbanización Santa Rosa de Bayamón, aseguró que hace como muchos otros puertorriqueños que dilata y dilata el mantenimiento del hogar para atender otras prioridades de la vida como lo son la comida y el pago de servicios básicos.

Pero en ese barajar de prioridades se sacrifica no solo el entorno urbano que se afea sino que hay un efecto negativo cíclico en el valor de las propiedades, el estado anímico de la gente y hasta en la seguridad comunal, dijeron expertos.

Se trata de una ecuación simple: el salario de la clase trabajadora se ha mantenido estático mientras que todo ha subido por lo que ha sido necesario cambiar el orden de las prioridades y el mantenimiento de las casas ha sido relegado, precisaron los economistas José Alameda y Joaquín Villamil.

"La economía de Puerto Rico es probablemente 14 a 15 veces más pequeña de lo que era hace 6 o 7 años. Por el lado de los ingresos no hay crecimiento, pero por el lado de los gastos, hay más", dijo Villamil tras recordar el alza en la luz, el agua y la gasolina.

Un simple recorrido de El Nuevo Día por, al menos, tres urbanizaciones del área metropolitana denota la realidad. Por cada casa en perfecto estado, hay tres o cuatro que piden a gritos pintura, rejas o cortinas de lona nuevas, limpieza del patio y arreglo de ventanas o de losas. Otras, aunque las menos, están sumidas en el abandono.

"El problema es uno de empleos y de ingresos. Una depresión de la economía lleva a que la gente tenga que dar prioridad a lo esencial: el colegio de los niños, los libros, su ropa, la comida... y la misma comida subió de precio y la gente ha ido cambiando hacia otros alimentos más baratos", dijo Alameda.

Recordó que el costo de vida subió 1.9% desde el año pasado hasta lo que va de año mientras que...

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