Aún nos cuesta el Gasoducto

Hace más de ocho años, el gobierno apostó a ellos como piezas fundamentales de un proyecto energético que nunca se concretó y por el que el País ha tenido que pagar millones de dólares.

Hoy, cientos de los tubos que hubiesen dado vida al Gasoducto del Sur –cada uno de los cuales costó cerca de $2,500– permanecen a la intemperie, ajenos a la atención pública, en un terreno cercano a la zona portuaria de Ponce.

De acuerdo con la página del Contralor, del 27 de febrero de 2012 al 27 de febrero de 2017, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) pagó a la Junta Administrativa del Muelle de Ponce $269,400 –lo que se traduce en $4,490 al mes– por el arrendamiento del solar. Este desembolso se suma a los $14,270 mensuales que, por varios años, la AAA pagó a la Corporación de Desarrollo de la Zona Libre de Ponce, conocida como Codesol, por el almacenamiento de otra cantidad indeterminada de tubos.

En 2014, las casi 4,000 piezas –con las que se pretendía llevar gas natural a través de 42 millas de Peñuelas a Salinas– fueron colocadas a la venta. Sin embargo, al día de hoy, 1,181 permanecen abandonadas en tierras ponceñas, sin que la AAA le encuentre algún tipo de utilidad.

El gasoducto fue cancelado en el 2009 por el entonces gobernador Luis Fortuño a causa de los pleitos legales presentados y las múltiples críticas lanzadas por el sector ambientalista que advertían sobre la peligrosidad del proyecto. El fin del acuerdo contractual obligó al gobierno a pagar $59 millones a la compañía Skanska, la cual solo había instalado el 10% de la tubería al momento de abandonar Puerto Rico. El dinero fue obtenido a través de una línea de crédito del Banco Gubernamental de Fomento, trascendió entonces.

Tanto la deuda como las piezas del Gasoducto fueron asumidas por la AAA a partir del 17 de agosto de 2011. En ese momento, el gobierno de turno tenía la expectativa de utilizar la tubería en el Acueducto del Sur. No obstante, tras un estudio de viabilidad, la AAA determinó que las piezas, de unas 20 pulgadas de diámetro y un peso estimado de 1,500 libras, no podían ser utilizadas para un proyecto de agua.

“(Los tubos) se trataron de vender a suplidores de tubería y entiendo que los que cumplían con unos estándares sí se habían vendido y lo que estábamos tratando era, habiendo agotado los procesos en el pasado, tratar de disponer de ellos a suplidores. Estamos tratando, por lo menos, de evitar el pago de renta”, dijo a El Nuevo Día el presidente de la AAA...

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