Del autorretrato y otras máscaras

pOR lILLIANA rAMOS cOLLADO

Pienso en artistas extraños, desafiantes, desconcertantes, como Hans Bellmer o Cindy Sherman, como Claude Cahun o Antonio Martorell, como Rembrandt u Osvaldo Budet. Todos ellos se han enfrascado en pormenorizar su imagen, pero ese no es el punto: el punto es usar su rostro de trampolín para exhibir aquello que los diferencia de otros artistas: su estrategia.

Y vuelvo a la pregunta: si la artista, en su autorretrato, lo que retrata es su estilo, ¿por qué la repetición, la insistencia, del volver a sí misma? Cada uno de los artistas que he mencionado muestra una verdadera obsesión por convertirse en el soporte de su estilo, en la percha para enganchar la figura de su diferencia artística. Parecería que, en su insistencia banal, el autorretrato fuera un capricho, un exceso, una perversión del propósito del arte: su lado exhibicionista.

Francesca Woodman es una de esas autorretratistas que insisten en explorar lo que parece una subjetividad, pero que evidentemente buscan la clave de su propio estilo. Sus imágenes (unas 800 fotografías hechas durante apenas nueve años) usualmente en blanco y negro, realizadas en interiores arcaizantes y destartalados, y en las cuales rostro, cuerpo y pose aparecen movidos o borrosos, denotan una constante huída de la precisión evidenciaria de la foto, pero ostentan el deseo de que notemos que se trata de una foto truqueada, cuidadosamente planificada, agarrada al deseo de significar otra cosa.

Woodman, quien se suicidó a los 22 años en 1981, con frecuencia es estudiada desde una postura psicologizante. Demasiados críticos y estudiosos buscan en sus fotos los predictores del suicidio. Hija de artistas reconocidos, diestra en el uso de la cámara, y con un talante caprichoso, poca gente ausculta la parte evidentemente juguetona de sus imágenes, sobre todo aquellas que parecen definir "lo femenino" o la "subjetividad propia". Evidentemente surrealistas, estas fotos, en general, parecen más "arte" que "tragedia interior", más "planeamiento" que "sinceridad", más "pose" que "espontaneidad", menos "desamparo emocional" y más "imaginación y atrevimiento".

Propongo que el "arte" usualmente es eso: "arte" y que Woodman, como...

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