Aventurera de la transformación

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

De vuelta en Puerto Rico se regocija cuando anuncia que podrá cantarle a su gente durante el concierto que ofrecerá el 16 de marzo en el Centro de Bellas Artes de Caguas. Además de la oportunidad para "sentir el calor de mi pueblo", la artista cristiana festeja -como siempre- que usará su voz "para el Señor" y que conmemora 15 años de carrera desde que lanzó su primer disco en el 1998.

Sin embargo, la más emotiva razón para estar feliz responde a que la fecha de la velada la remonta a cinco años, cuando falleció la abuela que la dirigió a Dios.

"Lloramos las memorias, pero la esperanza es que nos vamos a ver en el cielo... Es agridulce", expone en referencia a aquella partida y su incursión al cristianismo, que describe como "un nacer nuevo de paz, amor y una búsqueda grande".

A sus 37 años, Julissa reside hoy con su esposo y tres hijos en Bethlehem, Pensilvania.

"Estar allí fue un llamado a obrar", explica. Fue un llamado similar al que la condujo a presentar en la Isla su decimotercer disco. El álbum, que explora la balada y el pop en 10 canciones, se titula Metamorfosis como símbolo de la transformación que la vocalista ha experimentado a lo largo de su trayectoria.

"He pasado por una metamorfosis física, espiritual y emocional, creo que por mi manera de ver la vida. Soy más madura, pasiva y sabia. Cuando uno habla ahora, uno habla con mayor certeza", expone sobre la producción, que tilda de "aventurera e intensa" y que está a la venta en iTunes.

El corte promocional del disco (disponible en inglés y español) es El gran yo soy, cuya letra "habla sobre la...

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