Azota a la Isla la fiebre del cobre

Por Gerardo E. Alvarado León

galvarado@elnuevodia.com

Carreteras a oscuras, semáforos apagados, teléfonos sin tono, internet sin acceso y comunidades enteras a oscuras o a secas son ejemplos comunes.

Hace cuatro o cinco años, cuando el robo de cobre cobró auge debido al encarecimiento de los precios de los metales a nivel mundial, las grandes agencias gubernamentales y compañías privadas eran el foco de los ladrones. Pero desde hace poco los robos en residencias también se han vuelto noticia.

Tal fue el caso de los esposos Ruth Pérez y Carlos Dávila, de 56 y 60 años, respectivamente, quienes mientras compraban su casa, en el barrio Quebrada Grande, en Trujillo Alto, fueron víctimas de hurto de cobre.

"En el tiempo que transcurrió desde que vimos la casa hasta el cierre, le arrancaron una ventana, le sacaron todo el sistema eléctrico y rompieron las tuberías. Se llevaron todo lo que era de cobre, incluyendo un tubo de agua de 500 pies de largo", relató Dávila.

Pérez contó que reparar esos daños representó un gasto de $ 10,000, dinero que no tenían presupuestado. Por suerte, como la casa aún no era suya, el banco les dio un crédito, pero solo de $ 4,000.

"Absolutamente tranquilos no estamos, pero nos gusta el lugar. Lo que tenemos es ansiedad", dijo Dávila.

A nivel gubernamental, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) y la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) son dos de los más afectados por el hurto de cobre.

Los pillos se roban el cobre de las estaciones de bombeo y alcantarillado de la AAA, que se quedan sin funcionar, lo que deja a cientos de clientes a secas. Mayra Encarnación, directora de Seguridad Corporativa y Emergencias de la AAA, indicó que cada caso de hurto de cobre en sus instalaciones acarrea un costo de hasta $ 50,000. Además de los $ 1,500 o $ 2,000 que puedan costar los pies de cobre robados, ese monto incluye el costo del agua que la AAA deja de cobrar al no poder servirla a las comunidades afectadas y la movilización de camiones cisterna, empleados y horas extra.

"Estos casos de hurto de cobre vienen acompañados de vandalismo. Al final, tenemos que reparar desde el panel eléctrico dañado hasta la verja, el portón o la ventana por la que entraron los pillos. Por eso hacemos hincapié en que no solo se trata del costo del cable de cobre, sino de reemplazar, reparar y poner un funcionamiento toda la instalación", manifestó Encarnación.

Carlos Rivera Williams, director de Seguridad Interna de la AAA...

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