Bailarín de plata

Por Carlos Rosa Rosa

Enviado Especial

El brinco fue temporal. Retornó a la lucha y el pasado sábado se convirtió en el segundo atleta boricua en obtener una medalla de plata olímpica.

"He hecho muchas cosas en mi vida. Estoy agradecido de Dios por todo lo que me ha pasado", expresó ayer Espinal con la presea plateada en su cuello a la salida de la Villa Olímpica.

Becado como porrista en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Bayamón, Espinal abrió los ojos de un grupo de coreografía y con el tiempo ya acompañaba a reconocidos cantantes de la música urbana en conciertos y viajes.

"En la universidad era un 'cheerleader' que sabía de lucha. Y en una ocasión el equipo de Time Machine Squad hizo un concurso para regalar un boleto para asistir al concierto de Usher y un amigo me insistió en participar. Yo ni sabía quien era Usher, pero accedí", relató.

Espinal no solo ganó la competencia de baile con un dominio en el 'break dancing', sino que también llamó la atención del grupo.

Residiendo solo en la Isla -ya que su madre y sus hermanos se encontraban en Nueva York- Espinal aceptó el ofrecimiento del grupo. "Necesitaba hacer otras cosas para vivir. Necesitaba el dinero", dijo Espinal al mencionar que su entrenador Pedro Rojas fue la persona que lo cuidó y ayudó, a su regreso a la Isla a los 17 años.

Fue el inicio de una carrera como bailarín de artistas de la talla de Daddy Yankee, Ivy Queen y Tego Calderón, entre otros. Tenía 20 años para ese entonces. "Estuve como tres años con el grupo. Y la experiencia fue bien buena. Viajé a Colombia y a Miami, y participé en muchos conciertos. Para ese tiempo, hacía lucha por diversión", comentó.

Espinal, sin embargo, sentía que algo le faltaba y regresó de lleno a la lucha. Y no solo era por entrar al tapiz a combatir. Era que también extrañaba a su 'familia' en el Club Sparta en la escuela Gabriel Mistral, donde, prácticamente, se crió en su niñez, después de mudarse desde República Dominicana a los cinco años. "Me sentía solo sin amigos y decidí retornar. Allí, me...

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