Balas al aire

Por Alejandro Carpio

En sus siete capítulos, el lector colisiona con el caótico mundo del narcotráfico, plagado de tantos actuantes que lo único que queda claro es la extensión de los tentáculos del crimen. Reaparecen, sí, un periodista, un capo y una informante convertida en narcotraficante, convertida en informante de nuevo. La trama se factura entre caseríos y balas, Honda Preludes y jefaturas de policía, Caguas y Cayey.

El texto testimonia una lucha encarnada entre los más divertidos recursos del género noir y los tópicos más nugatorios (e.g., "Todos cometemos errores", "No hubo lecho de rosas, sólo sus espinas", "Sangró mucho, pero lloró aun más", etc.). Asistimos además a la búsqueda de un lenguaje literario apropiado: la indecisión entre hablar en puertorriqueño o hablar en Univision (e.g., "No, si ahorita es que llego a casa de mami"). La mirada cenagosa de la realidad quizás le deba a las alianzas del autor con cierto...

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