El barrio Festeja

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Aplausos sonaban al compás de la salsa cerca de la tarima. El señor de los helados vendía y con la campanita del carrito marcaba los pasos de la señora que se adueñó de la pista de baile.

Al frente, varios artistas trepados en un edificio o en alguna esquina pintaban e intervenían espacios que provocaban la mirada colectiva. Las sillas playeras estaban en cuanto recoveco, que si en el puesto de gasolina, que si en la calle, que si en una acera.

Niños, adultos, perros, bicicletas y patinetas se desplazan con libertad por la Loíza, que estuvo cerrada entre la calle San Jorge y Diez de Andino. Fue caminar más allá de la acera, por el mismísimo medio, en esa celebración cultural y comunitaria del barrio santurcino.

La primera Fiesta de la calle Loíza fue una ocasión de felicidad y se notaba en las decenas de personas que acudieron al llamado de reclamar el espacio que es de todos.

Un grupo de residentes, el Comité PR 37, estuvo tras la iniciativa que en cuanta esquina tenía algo para todos. Es que lo mismo había vasta gastronomía (de los restaurantes del área que de los quioscos que por allí estaban entre olor a fritura, cerveza, limonada, aceite) que había talleres de yoga, bomba, fotografía, teatro y dramaturgia en distintos espacios. Bastaba caminar, mirar y listo, ahí había actividad.

Desde el mediodía, la cita cobró identidad, y el jaleo seguiría hasta las 10:00 p.m. Los niños estaban atentos donde se dieran talleres como el que ofreció Javier Cardona, del Estuario de la Bahía de San Juan. Les pidió pintar algo de la naturaleza y ellos, chiquitines y contentos, hicieron caso y con pinceles en mano dejaban las gotas caer de las pinturas colocadas sobre largas mesas de trabajo.

Los adultos participan también al identificar lugares en un mapa de la cuenca del estuario, en el que marcaban con un sticky note lugares bajo categorías como "me da alegría", "me trae recuerdos", "tiene valor histórico".

"La gente está bien contenta. La gente se identifica con este lugar, dicen 'esto es mío', 'yo soy de aquí', no tienen miedo. Estos lugares tienen muchos atributos negativos, sus calles están sucias, y esto ayuda a que la gente se sienta orgullosa de donde es y cree compromiso con sus barrios", observó el geógrafo Roberto Morales, quien atendía a la gente que se acercaba a la carpa del estuario.

Más abajo, los hermanos Osvaldo y Gabriela...

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