Una batalla infernal

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

La producción toma un conflicto básico, la sobrevivencia del hombre contra la naturaleza, y lo convierte en una experiencia cinematográfica visceral e intensa que sacude nervios de su espectador a la misma vez que invade su intelecto. Este filme de alta calidad no es para los que simplemente van al cine a escapar. De la forma que ha sido trabajado el guión y con el trabajo espectacular de Carnahan como director, escapar no es una opción. Ni para los protagonistas, ni para el público.

Lo único de este filme que se asemeja a algo simple es la trama. Un grupo de trabajadores se monta en un avión que se estrella cuando está saliendo de Alaska. Los sobrevivientes, la mayoría de ellos hombres de poca educación y bajos recursos económicos, tienen que enfrentar los elementos de la naturaleza, que desafortunadamente incluyen varias docenas de lobos, para poder sobrevivir.

Lo que eleva este filme a otro nivel es cómo Carnahan ha retenido la intensidad cinética de un buen director de acción a la misma vez que le permite al público poder experimentar cómo se sentiría si estuviera viviendo lo que está presenciando en pantalla. La secuencia que mejor demuestra esto sucede al principio del filme cuando se estrella el avión que lleva a los protagonistas. Otro director, alguien que se arrodille al altar de los millones que gana Michael Bay ("Transformers", "Pearl Harbor"), se hubiera enfocado en utilizar efectos para crear un espectáculo. Carnahan opta por decisiones simples y acertadas que te colocan en los zapatos de una persona que está en un avión que se está cayendo. El resultado es...

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