Batalla para rendir el dinero

Por Camile Roldán Soto

croldan@elnuevodia.com

Pero no es así, no se han puesto de acuerdo. Lo que ocurre es que están todos, en mayor o menor grado, azotados por la crisis económica y los aumentos en la gasolina, la luz, el agua, la leche y otros muchos artículos comunes.

El asunto es que hoy, con el dinero que haya, los clientes llegan al supermercado porque si hay una cosa que todo el mundo tiene que hacer es comer. Decidir qué comprar, cuánto comprar, de qué calidad, eso son otros $20 pesos. Eso sí marca diferencias entre todas esas siluetas que cargan bolsas o empujan carritos.

Unos agarran de inmediato el shopper y no lo sueltan pues vigilan cada numerito que aparece en la caja registradora y asegurar así el ahorro prometido. Cada centavo cuenta. Si las habichuelas o el azúcar están en especial se puede comprar más de una lata o paquete. Se suma y se resta a ver si el peso rinde un poco más.

Hay quien va pasando los artículos como en orden de prioridad y de momento suelta un "¿cuánto llevo?". No vaya a ser que la caja de galletas o la botella de detergente eleve demasiado el total. Una señora, en efecto, retira unos cuantos artículos. No le da para pagar.

El simple hecho de estar o no estar en el supermercado también da pistas de cómo ha cambiado la vida de algunos. Es día feriado y está soleado. "Qué mañana bella", suspira una mujer a su compañero mientras caminan a buscar el auto. Unos cuantos años atrás, quizás ella y su acompañante no estarían comprando cosas en el supermercado como un día cualquiera sino vacacionando en algún otro lugar.

Juan López, otro hombre que va también camino al carro, está seguro de que hoy no andaría por estos lares. En lugar de estar cargando con el hielo, las dos libras de pan, el queso y el jamón para hacer sándwiches que se llevaría a la playa para pasar el rato junto a sus dos hijos estaría al menos en algún parador fuera de la zona metropolitana. Pero no hay chavos para eso.

"Hay que cortar gastos. Usualmente yo me voy de viaje o de parador y hoy estoy yendo a la playa y virando. No nos quedamos en ningún lado. Culturamente, a uno le gusta su patria pero a veces coger un avión es más barato que quedarse aquí", lamenta.

Hasta un sencillo día de playa sale caro, bastante más caro que hace unos añitos, asegura. El estacionamiento que antes pagaba a dos o tres pesos hoy cuesta entre 5 y 7. La gasolina está casi a peso por litro y del aumento en precios ni la comida rápida se salva...

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