Batalla para salvar el planeta

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Después de haber sido "destruido" por crear una secuela sin una trama bien desarrollada, queda claro que el director se empeñó en crear un tercer filme que no sufriera del mismo mal. Y aunque esto es admirable, el resultado es una película que toma un concepto simple y lo aplasta con tramas secundarias inconsecuentes.

Toda la primera hora del filme, en el que el guión establece una conexión entre la carrera para llegar a la Luna entre la NASA y los soviéticos en los sesenta con la llegada de los Autobots y los Decepticons a la Tierra, se podría haber eliminado o por lo menos presentado de una forma más concisa.

A esto se le suma un subtrama que presenta la frustración de Sam (Shia LaBeuf) de tener una novia preciosa que lo mantiene mientras él es un héroe nacional desempleado.

Sería injusto decir que esta sección del filme es aburrida, pero no me extrañaría escuchar a Bay refunfuñando "querían trama, pues aquí tienen trama". Una vez las complicaciones de la historia se diluyen y lo que queda es una batalla entre los buenos y los malos para salvar al planeta, el filme logra ser un oferta de acción espectacular y uno de los pocos filmes de este verano que merece ser visto en 3D.

A diferencia del filme anterior, Bay ha diseñado secuencias de acción que son una verdadera maravilla visual, en la que todos los detalles de la acción pueden ser apreciados de una forma que de seguro le va a robar el aliento al público.

Esto se sostiene durante la mayoría de la segunda mitad del filme. Eventualmente el final es tan caótico que la energía...

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