Beto de mi corazón

Por Roselyn Sánchez

Especial El Nuevo Día

Este animalito extrovertido, a quien los truenos y la lluvia fuerte le dan pánico, es la adoración de mi mamá. Se lo regalé hace cerca de siete años, cuando padecía de cáncer y no miento cuando digo que se convirtió en una de las razones de ella luchar por su vida.

Recuerdo el día cuando mi madre me dijo que no quería morir hasta conocer a mis hijos. Para ella, sus hijos Carlos, Efraín, Jorge y yo somos la luz de sus ojos y razón demás para querer vencer esa terrible enfermedad. También, la bendición de poder ver crecer a sus seis nietos la animaron, pero tengo que decir que la llegada y compañía constante de Beto, ese quinto hijo, fue crucial en su lucha.

Así que imaginen la desesperación cuando salió hace varios sábados de la casa a comprar sus medicinas a la farmacia y al regresar en 30 minutos, percatarse de que Beto no la estaba esperando, como siempre hace, ladrando de alegría y mirándola.

Ahí comenzó la locura de encontrar a Beto. Las teorías comenzaron a volar... se quedó el portón abierto, se fue detrás de ti porque quería que lo montaras en el carro, se lo robaron, se fue aventurando por las calles de la urbanización, lo atropellaron, se perdió, alguien por la casa lo tiene y regresará pronto.

En fin... creamos mil películas y al final nunca sabremos con exactitud que le pasó a Beto y cómo pasó esas dos semanas que estuvo perdido. Nunca se me olvidará esa llamada de mi mamá gritándome llorosa que Beto se había perdido. Quedé en 'shock'. Guardo un lugar muy especial en mi corazón por esa mascota. Sé lo importante que es para mi familia, además de que es un perrito amoroso, loco con los niños y agradecido.

En mi pasado viaje a Puerto Rico para el tríalo, llegué unos días antes que mi esposo y le escribí en varias ocasiones lo mucho que yo amo a Beto. Él y yo siempre hemos tenido una conexión especial. Así que esa llamada de mi mamá me descontroló.

Miraba a todos los míos en perfectas condiciones en mi casa, mientras lloraba con mi madre en el teléfono y el solo pensar que eso le pasara a uno de mis perros me volvió como loca. Ahora bien, reaccioné rápido y supe que tenía que ser el soporte de mi madre. Ella es una persona muy nerviosa y sabía que esta situación me la podía enfermar. Así que, manos a la obra, fortaleza y a encontrar a Beto. Me rehusaba a considerar que nunca más lo volveríamos a ver. Le pedí a Dios fuerza y sabiduría para comenzar con el plan de ataque.

Inmediatamente se...

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