Un billetero arraigado a su pueblo

Eddie William Alicea Matos es conocido, en Naranjito, como Hino, el billetero, que camina a diario por todo el casco urbano cargando un bultito repleto de esperanza.Así llega a los establecimientos comerciales, incluyendo el banco y la cooperativa, vendiendo sus billetes de Lotería Tradicional, un oficio que escogió hace 26 años, tras haber sufrido un accidente de tránsito."¡Esto es lo que me queda! ¡Pa’ hoy!", exclamó, al darse cuenta de que le quedaban unos pedazos para completar la semana. Luego, sonrió, no sin antes echar un chistecito para relajar el ambiente.A sus 79 años, don Hino mantiene intacto su buen humor."¿Que cómo está Naranjito? Pues, ya casi llega a Corozal", comentó a carcajadas el hombre, que trabajó por muchos años en varias ciudades de Estados Unidos.Relató que regresó a su pueblo natal con su madre y sus tres hermanas, pero ellas decidieron volver a Nueva York. Hino se quedó."Yo trabajé en una farmacia durante 20 años. Después, me salí y me compré un ‘school supply’. Un día, cuando salí a comprar provisiones, el carro patinó contra un talud y choqué. Luego, me bajo pa’ chequear el carro porque no prendía, y yo estaba de espalda, oí una voz que me dijo: ‘Mira pa’ atrás.’ Ese era el Espíritu Santo", relató sobre el incidente que le cambió la vida."Miré y dije: ‘Dios, sálvame’. Se me rajó una pierna; tengo tornillos en las dos piernas. Como no encontraba trabajo por la condición, una vecina me dijo: ‘Mira, Hino, yo trabajo en la Lotería. ¿Te consigo una agencia?’", recordó el septuagenario nacido en la barriada San Antonio, en 1943.De esa manera, se inició en una actividad que le ha generado ingresos y que, además, ha llevado la suerte a muchos de sus compueblanos."Soy billetero hace 26 años. Empecé con 18 billetes, me ganaba $65 semanales. Lo subí a 24, ya me ganaba $90; luego a 40 y ahora tengo 50. Yo vendía más de 50 billetes semanales. Pero yo llegué a (vender) 100 hojas", admitió."camino el pueblo todo el día""Voy a la Marina (panadería) con mi bultito. Yo camino el pueblo todo el día. Allá, en Los Pollos, estoy vendiendo sentadito los fines de semana. A veces, he cogido vacaciones pa’ visitar la mai mía. Siempre, he ido a verla. Un día, me dijeron que estaba bien...

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