'La Bombonera blues'

PEDRO REINA PÉREZ

HISTORIADOR

En el Viejo San Juan de mi infancia había tres referencias gastronómicas inamovibles para mi paladar en desarrollo: los manjares de la Heladería Capri, los jugos de frutas de La Vida en Broma y la repostería y el café con leche de La Bombonera.

Fue el primer restaurante que recuerdo en mi vida. Sentarse en su galería era experimentar cierta indiferencia inicial de los meseros de chaqueta roja para luego saborear el mejor jugo de china y la inolvidable mallorca tostada con mantequilla, dos platos sencillos pero memorables. Toda una experiencia boricua. De aquellos tres míticos lugares apenas quedaba uno, y hoy sabemos que ya descansa abatido en el panteón sanjuanero de la gastronomía junto a La Zaragozana, el Palm Beach y La Mallorquina. Acaso sea el efecto irritante del polvo del Sahara, pero por momentos sospecho que existe alguna señal divina en este desastre. Dios parece que quiere decirme algo.

Al mismo tiempo de este luto citadino que padezco descubro en los periódicos que la ciencia física anda de plácemes con el descubrimiento de la llamada "partícula de Dios", una pieza subatómica cuya existencia, hasta ahora sólo imaginada, ayudaría a explicar en su nivel más elemental cómo se constituye la materia, un temita que francamente sólo entienden los iniciados en los misterios de protones y neutrones, y que mi maestra de química trató en vano de explicarme, por lo que le guardo todavía una enorme gratitud (te quiero Mageña Fernández).

No obstante, el método del experimento diseñado por un puñado de científicos de todo el mundo en el laboratorio europeo de física de partículas elementales en Ginebra, Suiza, sí me produjo una enorme curiosidad. Resulta que el laboratorio empleado -si es que puede llamarse así- es un inmenso circuito ovalado de 27 kilómetros debajo de la tierra, forrado de imanes por donde producen deliberadamente un choque de ciertos protones y, de la energía liberada deducen mediante el uso de mucha matemática compleja la existencia de esa gloriosa partícula...

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