Boss III

Ruth Merino

El procedimiento es sencillo: la persona se sienta y, sin vacilaciones timoratas, la Boss III entra en acción. No sé cómo da la señal de alerta. A lo mejor emite un chillido escalofriante, quizás una voz previamente grabada rinde su implacable veredicto o se enciende en el respaldo una lucecita roja o verde para condenar o exonerar, según sea el caso. Comprendo muy bien el impacto que puede tener este adelanto en nuestro entorno. Desde mi punto de vista, la Boss III representa el comienzo de un nuevo orden social. ¡Bienvenido sea!

La Boss IV -cuyo diseño debe estar ya completándose, con carácter de urgencia, en algún laboratorio secreto- estará equipada con métodos para detectar características de personalidad que son más peligrosas que los teléfonos celulares clandestinos en las cárceles.

La ambición desmedida, por ejemplo; la hipocresía transformada en un verdadero arte; la mentira descarada; la insaciable tendencia a la rapiña...

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