BRAVOS DE LAS ARTES

Por Carmen Graciela Díaz. Especial El Nuevo Día

Fotos por Carlos Giusti

"La gestión cultural reúne todos los trabajos que tienen que ver con un proceso de mediación entre los creadores y toda la sociedad", dice Mareia Quintero Rivera, directora del Programa de Maestría en Gestión y Administración Cultural del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico, aclarando que hay gestión que no necesariamente es artística pero que igual trabaja por impactar "los modos en que la sociedad se piensa a sí misma".

"El gestor cultural tiene la responsabilidad de hacer visible y apoyar a las personas que se dedican a crear arte", ilustra la promotora artesanal Zulma Santiago quien apunta que, como parte de esas labores, los gestores deben convertirse en facilitadores del desarrollo de los artistas, la promoción y mercadeo de su obra.

Como resalta Abdiel Segarra, cofundador de la plataforma "Conboca", la práctica en esta capa de la cultura está sujeta al campo de gestión de quien la practique y la promulgue.

"La gestión cultural conlleva todo", menciona quien afirma que estos esfuerzos se pueden canalizar por medio de herramientas teóricas ("para profundizar en la práctica"), administrativas ("para gestionarla económicamente") y prácticas ("para diseñarla pertinentemente"). Digamos que la reflexión y la creación son piezas puntuales en el rompecabezas de la pervivencia artística pero para salir airoso en ese fin, se necesita promoción para que el camino al público se abra. Ahí entonces se asoma el gestor.

Como tanto le agrada al inquieto arte, el trasfondo del gestor cultural es multidisciplinario. Por eso, Quintero expone que el gestor de cultura puede trabajar desde instituciones, independientemente, en el estado o como artista que gestiona o da a conocer su obra.

"En mi caso como artista visual y curador, el campo de la gestión ha sido una herramienta para entender la práctica fuera de la especialización y sus roces con otros espacios de la vida social, política y cultural", comparte Segarra a la luz de su tránsito profesional.

La palabra puede verdaderamente tornarse un asunto elástico. Y es que, según Quintero, aunque existan gestores en varios campos especializados no todo curador o mecenas, por ejemplificar, es un gestor. O viceversa. El tema es multidireccional y varía porque no todo el que trabaja en cultura es gestor y no necesariamente todos los facilitadores se autodenominan gestores culturales.

Pero si algo no se escapa de esta...

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