Brillan los solistas junto a la OSPR

Por Luis Hernández Mergal

Especial El Nuevo Día

Rojas logró una convincente entrada dramática del chelo en el primer movimiento, mostrando el carácter severo y, a la misma vez elegíaco, que exige su parte en este concierto. Seguidamente, Velázquez ejecutó la primera entrada del violín, como en general el resto del concierto, con un sólido dominio técnico del instrumento, aunque con un sonido bastante apagado y una interpretación un tanto menos comprometida afectivamente que la de su compañero. Sin embargo, el trabajo de conjunto de ambos solistas en los numerosos pasajes a dúo del concierto mostró una excelente coordinación entre ambos instrumentistas.

Por otro lado, la actuación de la orquesta, aunque satisfactoriamente certera en cuanto a precisión y coordinación con los solistas, padeció de un sonido en general muy poco refinado, en ocasiones de una dureza que afectó el balance dinámico entre los solistas y la orquesta como, por ejemplo, en el "poco meno allegro" hacia el final del tercer movimiento, en que las maderas y las cuerdas graves marcan "piano" y las trompetas y trompas "pianissimo", pero aun así opacaron a los delicados arpegios de los solistas. A pesar de estos problemas, el público, con toda razón, mostró con una ovación su aprobación a la excelente actuación de los solistas en esta magnífica obra.

El programa concluyó con la "Sinfonía núm. 4 en mi menor", op. 98, última del gran compositor de Hamburgo. El cambio de calidad sonora...

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