De la buena a la mejor vida

Por Lilliam Irizarry

lilliam.irizarry@gfrmedia.com

Todo empezó el día que llegó a la casa de su mamá en el poblado de Palo Seco en Toa Baja y encontró el portón cerrado. Cuando preguntó la razón de tanto encierro, escuchó lo que hubiese preferido no escuchar sobre el barrio donde se crió corriendo libre por las calles: "es que las cosas aquí han cambiado".

Esas palabras bastaron para que Millie se lanzara a caminar las pocas calles del poblado y descubriera lo que los puntos de droga habían provocado en su comunidad.

"Yo me dije: 'Y si yo hago algo para que los niños se mantengan ocupados, para que los puntos de drogas no me los absorban", recuerda sobre el origen del proyecto de arte y manualidades que hoy se conoce como Talleres en el Poblado, en el que esta veterana de las fuerzas armadas invierte gran parte de su tiempo y su pensión.

Talleres en el Poblado surgió de la necesidad de brindarle a los niños, jóvenes y personas de edad avanzada de Palo Seco un ambiente armonioso donde pudieran entretenerse a la vez que aprenden destrezas, fortalecen valores y afianzan lazos comunitarios.

Allí lo mismo se pinta en acrílico, se hacen jabones y velas, se trabaja con materiales reciclados o se sale de excursión, que se desarrolla vocación de servicio, comprensión, lealtad y solidaridad.

Llegar a la sede de Talleres en el Poblado -un viejo edificio campestre donde hasta el agua que se cuela por el techo despierta la creatividad en la búsqueda de soluciones- es como entrar a un paraíso donde el arte, la naturaleza y la risa se entremezclan para dar a luz niños y jóvenes con ganas de jugar, de aprender y de vivir de una manera más colectiva.

"Aquí se hacen cosas que alegran a uno", señala Héctor sobre los dibujos, manualidades, juegos tradicionales o excursiones en que participa junto a su tía Celiahne, de 13 años, y su primo Christopher, de nueve. El niño de 10 años dice que si los talleres no existieran, pasaría los sábados igual que el resto de la semana: "pega'ó jugando con las maquinitas to' el día hasta que llegue la noche".

Gadiel Serrano destaca que desde que sus niños de tres y siete años acuden a Talleres del Poblado, han cambiado su manera de socializar y están menos pendientes a los juegos electrónicos. "Lo bueno es que aquí se refuerzan los valores y los juegos en grupo para...

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