En busca de identidad

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

La historia del protagonista sensible cuya timidez lo excluye de poder cumplir su deseo romántico con la chica de sus sueños no es una trama que se inventó John Hughes, pero de los 80 para acá se ha convertido en una parte esencial de los teen movies.

Sin embargo, una de las cosas que distingue este drama, que adapta la novela de Stephen Chbosky, es que no trata a su protagonista como un cliché o arquetipo. El filme evade lo superfluo y asume el punto de vista de su protagonista para explorar la gama de experiencias que lo han llevado a poder ser clasificado como un chico "introvertido".

En acto acertado de valentía, o quizás de ignorancia, Chbosky tomó la decisión no solo de hacerse cargo de escribir el guión de la cinta, sino de también ocupar la silla del director.

El que el material sea "autobiográfico" para su creador aquí se manifiesta en un filme que explora los eventos melancólicos que han convertido al protagonista en el tipo de adolescente que se ve obligado a observar las estructuras sociales que lo rodean al no tener ningún tipo de herramientas para enfrentarlas. El resultado es un tono agridulce que balancea perfectamente los momentos incómodos donde los jóvenes adolecen para encaminarse a una madurez mucho más saludable que la que tenían en la escuela superior.

La película comienza justo en el momento en que la falta de destrezas sociales del protagonista va a ser puesto a prueba: su primer día de escuela superior. De entrada se nos deja saber que Charlie (Logan Lerman) ha sufrido algún incidente que lo ha...

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