Buscabullas

Edwin Cuperes Vélez

A diario, el eco de sus soliloquios resuena como un bramido en nuestros oídos con unas sutilezas de predicador que transitan por nuestros intestinos de ovejas, de manera que gente que alguna vez fue virtuosamente humana termina validando lo endemoniados que son los homosexuales y lo sinvergüenzas que son toda esa gente de caserío.

El colmo de esta proclamas tipo nazi ocurrió cuando dos locutores tomaron como punto de ataque las populares placitas. En cierto momento, un asesinato parecía haberse iniciado en una de ellas, y el odio se volcó contra estos lugares apacibles que los fines de semana seducen a cientos de compatriotas que en compañía de amigos y familiares festejan la alegría mundanal del mercado en libertad.

Dijeron que son estos lugares de perdición, donde los ladrones de carros venden el botín de sus crímenes; aseguraron que son cuevas de inescrupulosos que negocian sus mercancías sin la supervisión del Gobierno, y exhortaron a las autoridades que cerraran las puertas de esos desolladeros de humanos, de esos valles de leprosos, dónde, a...

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